El “bullit d'ossos” es un plato tradicional de
Ibiza que tiene
su origen en la antigua costumbre de conservar la carne en sal por la
ausencia de neveras.
Cuando se hacía la matanza del cerdo, que solía ser entre
noviembre y diciembre, se reservaban los huesos, que siempre
guardaban una parte de la carne adherida, y los tozos con cartílago
(orejas, patas y morro), que no se podían usar para elaborar
sobrasada y butifarra, y se guardaban enterrados en
sal en unos
recipientes de barro llamados
“alfàbies”.
De allí se iban sacando para consumirlos, previamente desalados.
Era un plato de diario porque los ingredientes (patatas, boniatos
y col) se solían obtener del propio
huerto de autoconsumo que todas
las casas del campo tenían y era típico del invierno, por una parte
porque es un plato bastante calórico y, por otra, porque la
tradición recomendaba consumir los huesos del cerdo antes de la
Cuaresma.